Les he metido un buen lavado con un cepillo de cerdas duras por toda la plantilla y las he dejado secar.
He cogido mi super tarro de acrílica plateada y sin miedo ni vergüenza les he dado un par de capas. Creo que nunca he tenido unas sandalias plateadas, pero siempre hay una primera vez para casi todo.
Le he dado un repaso a toda la plantilla (que es de una especie de reciclado de corcho) con la piedra de alumbre mojada ya que tiene propiedades antisépticas y lucha contra la proliferación de las bacterias que provocan el mal olor.
Ya que estaba repasé los laterales con la pistola de silicona caliente y eso me dió la idea de ponerle algún adornillo más, es que ser sólo plateada es demasiado discreto para mí.
Le he pegado un collar viejo que nunca me ponía rematado en los lados con las chapas de las latas de refresco (para que las terminaciones del collar no quedaran "flotantes").
No sé si os va a gustar el resultado pero quiero sobre todo transmitir la idea de darle una oportunidad a algo que está destinado a la basura, éstas sandalias no creo que las mantenga hasta el verano que viene, pero en los días que quedan de calor van a prestar sus últimos servicios.
Quizá con unos zapatos nuevos da más reparo liarse a pintarlos y pegarles cosas pero al ser viejos, no tienes mucho que perder. También está bien en el caso de tener unas sandalias sosas que no te dicen nada, las tuneas y se pueden convertir en algo muy personal.
Ole que bien te han quedado, me encantan. Esa cabecita tuya se parece a la mía que es un no parar.
ResponderEliminarBuena idea
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