La verdad es que es muy práctico sobre todo en invierno para tender la ropa dentro de casa. Pero tiene un punto débil, la unión central de las pinzas es frágil y hace que se rompa con facilidad.
Reconozco que lo primero que pensé cuando vi que le faltaban siete pinzas fue que iba a pasar por esa gran tienda donde lo compré y que iba a sustituirlo por otro, pero... como hace tiempo que me rebelé a la política de usar y tirar pensé darle cinco minutos de reflexión.
He utilizado unas pinzas de plástico a las que les he hecho un agujero con un clavo caliente y luego las he atado con un cordel a cada enganche. He anudado varias veces el cordel y lo he cortado. Para que quede más coqueto he utilizado todas las pinzas y el cordel en color morado.
La verdad es que ha quedado muy resultón y funciona perfectamente. Así que el objetivo de prolongar la vida útil de un utensilio doméstico y con ello generar menos resíduos plásticos lo he conseguido de largo.
Creo que lo verdaderamente importante es generarse la conciencia de no consumir compulsivamente y antes de tirar cualquier elemento útil intentar darle una segunda oportunidad.